
El Almutazaf de la Ciudad de Albarracín y, posteriormente, el Mayordomo de la Comunidad, velaban por el respeto a nuestro sistema de medición, supervisando los patrones de cada uno de los lugares y sellándolos con su marca de fuego, si los encontraban conformes con los oficiales.
Cada una de las vías pecuarias, tenían anchuras distintas, en función de su categoría de cañadas, veredas y cordeles y los trashumantes solían llevar consigo una "cinta” subdividida en varas castellanas, aragonesas o valencianas, según el territorio que recorrían, con la que verificaban la medida de estas vías.

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