martes, 10 de junio de 2008

Las ermitas, un patrimonio olvidado



Unas se utilizan como toriles cuando se celebran las corridas de toros en las fiestas de los pueblos; otras, como viviendas; algunas, como almacenes; y las más, simplemente se han dejado en el más absoluto abandono.


Ermitas de muy diferentes tipologías y en diversos estados de conservación pueblan la Sierra de Albarracín. Se levantan como hitos en entornos a veces privilegiados, aislados, pero la mayoría se caracterizan por encontrarse en grave estado de deterioro. En muchos pueblos ni siquiera se mantiene latente el fervor por las romerías que antaño impregnaba el sentimiento religioso de los vecinos, por lo que estas pequeñas construcciones permanecen cerradas a cal y canto, expuestas a la destrucción o a actos vandálicos, las que se encuentran más alejadas de los núcleos urbanos.

La Fundación Santa María de Albarracín ha realizado un inventario de las ermitas de toda la comunidad, un informe que ha presentado a la Comarca con una propuesta de recuperación paulatina de estos edificios, en función de su grado de deterioro. En ocasiones, según señaló el gerente de la Fundación Antonio Jiménez, tan solo se trataría de una consolidación de sus estructuras, "con objeto de que no se vengan abajo".

El inventario recoge un total de 45 ermitas, cada una de las cuales se presenta con una ficha exhaustiva sobre su estado de conservación, sus características y el interés del entorno que las rodea. Varias de ellas ya han sido restauradas y otras pocas están pendientes de intervenciones por el empeño que han puesto en ello los representantes municipales de sus respectivos pueblos. Este es el caso de la de Valdecuenca, cuyo alcalde ha buscado financiación para reparar su ermita, cuya techumbre y bóveda ya se han hundido.

Entre los siglos XVII y XVIII

La mayoría de las ermitas de la Sierra de Albarracín están datadas entre los siglos XVII y XVIII y responden a una misma tipología. "Se construyeron en mampostería, con sillares en las esquinas, techumbre de madera y con una sola nave y a veces con coro a sus pies", describía Antonio Jiménez las edificaciones religiosas más comunes.

Generalmente, el interior de estos pequeños templos está lucido, pero en otros casos presentan pinturas populares, incluso en el púlpito, como la de San Roque de Moscardón, se aprecian cálidas tonalidades. La restauración de esta última, en la que todavía se mantiene una tradicional romería, está a punto de concluir. Es uno de los casos en los que la perseverancia de los ediles ha logrado rescatar la ermita del olvido.

Entre las que se encuentran en peor estado de conservación figuran las de Valdecuenca, la del Torrejón de Orihuela del Tremedal, la de Calomarde y la de Jabaloyas, edificios en los que, según, el gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, se debería intervenir con urgencia si se quire evitar su hundimiento.

La de Jabaloyas, dedicada a la Virgen de los Dolores, es una de las más antiguas. Construida en el siglo XV, es la única declarada Bien de Interés Cultural, BIC. Su restauración, que se va a acometer en breve, le devolverá su imagen original, muy alterada por "el mal uso" que, según Antonio Jiménez, se le ha dado a lo largo de la historia. El templo se llegó a autilizar como almacén de grano y de ganado.

En la de Calamorde se guardan los toros que salen en las corridas de las fiestas, y la de Orihuela es de propiedad particular y hasta hace poco se usaba como vivienda.

Techumbres de madera

La dedicada a Santa Bárbara en Bronchales, un pequeño templo contiguo al cementerio y con una torre añadida, requiere, asimismo, una actuación urgente. Su techumbre es de madera, de par y nudillo, al igual que la mayoría del resto de las ermitas de la Sierra de Albarracín. Esta es una de las más interesantes características de estos edificios religiosos, "junto con su implicación en el paisaje", afirmaba el director de la Fundación.

Las hay alejadas de los núcleos urbanos, como la ermita de los Santos, entre Pozondón y Ródenas; la del Buey, de Frías; o la de la Virgen del Tremedal, ubicada a cuatro kilómetros de Orihuela. Sus emplazamientos aislados favorecen su expolio, a juicio de Antonio Jiménez.

En pocas se conservan las imágenes religiosas; tan solo en las que se mantienen vivas las tradicionales romerís, que son únicamente unas pocas. En la ermita de San Roque de Moscardón, en la del Carmen de Albarracín o en la del Tremedal de Orihuela se siguen venerando a sus santos y vírgenes.

Hay templos ya restaurados, como los de Ródenas, Moscardón, Tramacastilla o la Hoyalda de Royuela, que se convertirán en espacios culturales.

Para Antonio Jiménez, sin embargo, no es necesario invertir más dinero en el acondicionamiento de estos espacios para usos culturales. Sostiene que los proyectos de conservación de las ermitas son, a veces, más que suficientes para evitar el deterioro de estos pequeños edificios religiosos.

Fuente: Heraldo.es

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