jueves, 13 de mayo de 2010

El molino de Tramacastilla


En la actualidad el agua es un bien escaso y muy apreciado. Hace unos 50 años se transformaba el agua en energía a través de los molinos. El molino es un ingenio para moler el grano de los cereales (trigo, cebada, centeno, avena). Tiene un lugar clave en la comunidad pues el pan es un alimento fundamental en la dieta cotidiana del pueblo.


El agua ha movido molinos para obtener harina, pero también otra maquinaria como los batanes. Ha permitido transformar la materia prima —trigo, algodón…— en productos para una economía de subsistencia. Es una industria manufacturera en una sociedad preindustrial.

Los primeros datos de molinos hidráulicos se deben a Vitrubio (s. I) que describe el uso del molino de rueda vertical que existía en Persia y en las riberas del Mediterráneo Oriental (s. V a. C.). En el s. X se generalizan al aumentar la población.

Durante toda la E. Media se extienden en toda la Península molinos comarcales, señoriales, de abolengo y realengo.

Los campesinos estaban obligados a acudir al molino del señor y pagar una determinada cantidad de grano o harina llamada ‘moltura’ o ‘maquila’. Por esta razón se llaman molinos maquileros. Con el paso del tiempo pasa a ser propiedad de órdenes religiosas, abadías, señoríos laicos y cabildos o monasterios que ejercen el monopolio del transporte de grano y harina.

Entre los siglos XVI y XVII había unos 6000 molinos y 300 artefactos hidráulicos, entre ellos los batanes. A partir de 1750 sube el precio del trigo y algunos molinos desaparecen.

Funcionamiento

Los molinos aprovechan el agua como fuente de energía para moler cereales. Se construye una presa o azud formando una masa de agua o ‘pesquera’. Desde aquí el agua pasa al molino por un canal (‘cacera’ o ‘chorro’). El agua golpea el ‘rodezno’ —rueda horizontal— y gira la muela —piedra volandera— que gira sobre otra piedra volandera donde se tritura. La cantidad a moler se dosifica utilizando el ‘triqui-traque’. Después el agua sale por el ‘cárcabo’ a través de un canal llamado‘socaz’.

Historia

Tramacastilla en 1902 tiene 451 habitantes. Su crecimiento se sustenta en el sector primario –agricultura y ganadería-.

El molino de Tramacastilla, situado en la orilla del río y a la entrada del pueblo, se remonta a finales del s. XIX . En el Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de Pascual Madoz (1845-50) no se menciona y los primeros datos documentados proceden de las contribuciones industriales (en concreto, de 1902). Así pues, su origen debe datarse a finales del s. XIX.

El molino dejó de funcionar entre 1952 y 1955. En el censo electoral de 1955 ya aparece el molinero. En esta época los molinos hidráulicos se fueron sustituyendo por los eléctricos.

El molino siempre estuvo en manos de la familia Delgado, primero el bisabuelo, luego sus hijos y nietos. El oficio de molinero pasa de padres a hijos3. (1) Por la información que se detalla en las Matrículas Industriales, el molinero es de los pequeños contribuyentes. En 1902 la tienda de tejidos paga 162,97 ptas. por 18,58 ptas. del molino harinero. Por tanto, será una familia ‘bien’ en el pueblo. Sus ingresos se completaban con el cultivo de tierras. El molino tiene planta baja y un primer piso. En la planta baja estaban los pesebres para los animales, en la entrada, y la maquinaria para la molienda, en el interior. En la otra planta vivía el propietario.

A moler venían de Villar del Cobo, Griegos, Calomarde o Noguera. Más arriba había molinos, pero no abastecían la demanda si disminuía el caudal del río. Vienen con machos, mulas o burras cargados de trigo recorriendo la distancia en un día e incluso más. Aún permanece en la memoria colectiva el ruido de las caballerías al amanecer por el camino del molino. Se muele trigo, centeno, avena y cebada (para los animales). Por el trabajo realizado el molinero se quedaba con una parte del cereal molturado.

El trigo se colocaba en una tolva que regulaba la caída del grano para su molienda. Dos piedras (una fija y otra móvil) aplastan el grano para separar la ‘flor’ de la harina del salvado. Se recogía en sacas de cáñamo (también llamadas talegas) de 100 Kg. que se fabricaban en Gea de Albarracín.

Era una actividad que originaba mucho ruido por el movimiento de las muelas, lo que obligaba a gritar mientras funcionaba el molino.

En la familia todavía se recuerda la historia que contaba la tía María –hermana del molinero—. Al parecer, una mujer de Noguera bajó al molino y al no ser atendida maldijo al molinero. Por lo visto, al momento se pararon las piedras. La mujer le dijo que, al bajar al molino, éste se pondría en marcha. Y así fue. ¿Casualidad?

La harina que llegaba a casa se debía seleccionar con el ciezo pues no estaba limpia. El ciezo o cedazo era como un cribero que permitía cernir. Cerner es “separar con el cedazo la harina del salvado de suerte que lo más grueso quede sobre la tela y lo sutil caiga”4. También se usaba el torno que era un aparato que cernía la harina. Pero este utensilio no lo tenían todas las familias.

El pan se amasaba en casa para llevarlo a cocer al horno. En el pueblo existían dos hornos, según los testimonios recogidos. Por el uso del mismo se entregaba un pan cada doce entregados.

En Tramacastilla funcionó otro molino en el camino de Las Fuentes.

En Gea de Albarracín, además de la molienda en el molino, se generaba luz para todo el pueblo, aunque sólo una bombilla conmutada por vivienda. Otros molinos próximos son el de Royuela y el molino de Las Pisadas.

Esta forma de vida ha sido borrada por el uso de la maquinaria. Las caballerías, el ruido de la molienda o el ciezo han desaparecido.

En los últimos años se ha potenciado la restauración del patrimonio industrial. Con ayudas locales, autónomas y europeas se han reconvertido los molinos en centros interpretativos o en cafés. La arqueología industrial y la historia del lugar son elementos de riqueza para la comunidad.

El molino del Puente de Albarracín, que data de 1505, se restauró y ahora funciona como ‘Café Molino del Gato’. También en Miravete se ha restaurado el molino e instalado en él un centro expositivo.

Aunque el molino de Tramacastilla está en manos privadas, las instituciones públicas no deberían olvidar su antiguo uso y proteger su memoria. Recordar la historia del molino nos permite viajar al pasado, conocer cómo vivían generaciones anteriores y saber más de la comarca.

AUTOR

Juan Miguel Palomar Martínez, Usos del Agua: El molino de Tramacastilla, REHALDA -Número 5 – Año 2007

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