viernes, 10 de abril de 2009

Entrevista con María la perdigacha hace 25 años

Hace ahora 25 años, Dª María Pérez Giménez, la Perdigacha, con sus 100 años de edad, era considerada como "la abuela" de la Sierra.

Con ocasión de ese acontecimiento, María del Mar (biznieta de "La Perdigacha") y Elena, como representantes de la "aletargada" Asociación Cultural de San Miguel de Noguera, le hicieron una entrevista que publicaron en "Mayumea", la desaparecida revista de la Comunidad de la Comunidad Cultural de la Sierra de Albarracacín.

Aquí os transcribimos esa entrevista del año 1984 que no tiene desperdicio.





"Estuvimos charlando con Dña. María, natural de Noguera, la cual hace algunos días cumplió su siglo de vida. Nos contó cosas acerca de su juventud y su vida hasta estos momentos.

—¿Cómo se llama usted? —María, María Pérez Giménez.

—¿Cuántos años tiene usted?

—El día 23 de éste (noviembre) cumplí 100 años.

—¿Nos puede contar cosas de cuando era usted moza?

—¿Qué «sus querís que sus cuente»?, si yo no iba nada más que a por cardos y a por berzotes, y a escuela cuando había.

—¿Hasta qué edad fue a la escuela?

—Casi que no me acuerdo, pero cuando menos hasta los doce años iría, pero lo que pasa en los pueblos, quitaron la escuela mixta y nos quedamos aprendiendo en los manuscritos, conozco muchas pero no las sé juntar. Mira, nos quedamos tan contentas, corriendo y a jugar, pero el «prejuicio» después lo hemos visto.

—¿Y a qué jugaban?

—Nosotras, las muchachas jugábamos a los Pitones (bolas de yeso, «aljezón»).

—¿Cómo se juega?

—Se juega con cinco pitones, lanzas unos y mientras esos caen, vas recogiendo de uno en uno los que están en el suelo. También jugábamos al marro; eso se colocaba un madero que marcaba la línea desde donde se lanza con un palo largo, otro más pequeño. Enfrente del que tira hay otros más lejos que lo recogen. Yo le tenía miedo; había quien los cogía en el aire, otros con una cesta y las mozas con el «devantal». Yo tenía miedo porque a lo mejor te pegaba un marrazo en la frente. Al marro también jugaban las casadas.

—¿Cuando nevaba, jugaban?

—¿Sabes lo que hacíamos mientras nevaba?, pues hacíamos bolas de nieve. Había uno que lo llamaban «Eloy el Caracol» aquel no podíamos con él, nos tiraba y nos daba, «y» íbamos todas a darle y no podíamos, se nos escapaba.

—¿Y luego usted en qué trabajaba?

—Al campo, a segar, por hierba a cuestas «pa, traéla pa» los animales.

—¿Se acuerda de alguna de las celebraciones que antes se hacían?

—Sí, cuando había «procisión» sacábamos al Santo; si era San Miguel, San Miguel, y si era San Roque, San Roque. Y iban todas las escopetas a tirar salvas en dos filas; «na más» papel y «pólvora», perdigones no. Y los maestros con ellos. La «procisión» iba delante y las escopetas detrás, en dos filas. El que era muy viejo y no podía «tirala», se la dejaba a un joven que no tenía «pa» tirar. Cuando salía el Santo de la Iglesia, las campanas y las escopetas, ¡oh!, una barbaridad; luego en la puerta el cura se hacía otra descarga y me acuerdo de las madres y viejas decían: «¡Viva San Roque!, ¡Viva San Miguel!». Luego, en una casa más pequeñita descargaban otra vez y el cura se ponía en una mesa, y decía que era que había traído de las Américas «La Custodia» que se le llevaron cuando la guerra, y que había traído él.

—¿Se acuerda de algo más?

—El día 29 era San Miguel y el 30 la vaca y se hacía una misa que era «pa» las almas, y decían: «Las almas benditas todos tenemos que rezar que Dios las saque de penas y las lleve a descansar.» También me acuerdo que cuando los mozos rondaban, en la puerta de la iglesia cantaban:

«De los árboles frutales el olivo es el mejor que se cría el aceite «pa alumbrale» al Señor.». Y las mujeres, cuando íbamos al horno y tocaban a la oración, lo primero que decíamos era «Ave María», y otras contestaban: «Sin pecado concebida «a rezale» un Ave María al Señor, que nos envía la luz «pa» el día.

—Y de los Mayos, ¿se acuerda usted de algo?

—¡Ay!, sí, también, también; se iban los mozos de ronda y les amanecía. Si había algún mozo que tenía novia y se lo quería cantar, como eso eran por papeletas que se sorteaba, se lo vendían que se decía.

—¿Sabe alguna canción que cantaban cuando era moza?

—¡Ay!, canciones... uno le cantaba a la novia:
«Canta compañero canta, canta claro, y canta fuerte, que la cama de mi morena está honda y no lo siente.».
Andaban un trozo y otro decía:
«Ese mozo que ha cantado, habrá dormido con ella porque sabe dónde tiene la cama de esa doncella.»
Y más adelante le responde:
«Ahora respondo yo, que no he dormido con ella, que una vez estuvo mala y entre con su madre a 'vela'. »

—¿Se acuerda de algo gracioso que ha pasado en el pueblo?

—Pues mira, había unos bancales y en un ribazo había un agujero con un avispero muy grande, y allí íbamos a coger andrinas. Éramos mocetonas grandes ya, y un día a una la tapamos con «devantales» y metió un palo en el agujero, desde lejos nosotras, como teníamos miedo, pues le tirábamos piedras, si nos llegan a pillar las avispas se nos comen! Bueno pues a todo esto, venía el amo del bancal por el otro «lao» y se «esvaró» y se fue a agarrar al palo. Ya ves al «tío Miguel» con el pañuelo de la cabeza haciendo aires, y una le dijo: «¿Qué hace tío Miguel?». Y contestó: «Retozar como los caballos cuando están gordos.

—¿Se acuerda si en las fiestas bailaban jotas?

—Sí, todos, el que sabía «bailala» bien, bien y otros a trompazos, pero todos bailábamos.

—¿Qué calzado llevaban para bailar la jota?

—Con lo que había, algunas veces, cuando llovía y la gente estaba vacante, los mozos tocaban y se bailaba hasta con zuecos.

—¿De qué estaban hechos los zuecos?

—De madera y esparto, ya te digo, si nos hubieras visto bailar con los zuecos...

—¿Se acuerda usted de cuando eran críos, si en Navidad iban a pedir el aguinaldo?

—¡Uf!, casi no había aguinaldo, si te daban una «ocena» higos, ya ibas contenta.
Ya llevábamos largo rato conversando con la «tía María y no quisimos cansarla más. Ahí queda una pequeña muestra de la vida de esta mujer que ya tiene sus cien años a cuestas, y le deseamos que siga cumpliendo más.

La abuela mayor de la Sierra: María “la Perdigacha”
Entrevista realizada por la Asociación Cultural San Miguel en 1984
Publicado en Mayumea en Diciembre de 1984.


Documento original de la revista (imágenes apliables):



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