En Noguera se fabricaba yeso artesanalmente en Los Aljezares (Las Atalayas) hasta principios de los años 60. Había un horno del pueblo y muchas familias tenían los suyos propios y fabricaban para uso doméstico y para vender e incluso exportar a otros pueblos de Aragón.
LOS YESOS
Los yesos se formaron a partir de la evaporación de pequeños lagos marinos que quedaron tras la retirada del mar hace 210 millones de años (Terciario). Sus fondos estaban compuestos de margas: arcillas y rocas sedimentarias ricas en sílice, magnesio y hierro.
Se dan dos variedades de piedra de yeso, una gris (rica en magnesio) y otra roja (rica en hierro), empleándose ambas separadas o a la vez para la fabricación de yeso. El resultado es dos yesos diferentes, un yeso llamado blanco o azulete, de tonalidades ocres suaves y un yeso rojo, de tono asalmonado, fabricado mediante la mezcla de piedras grises y rojas.
El yeso resultante, después de cribado, era un material de gran calidad y con unas propiedades hidricas de entorno al 20% de absorción de agua lo que lo hace muy apto para exteriores y, por supuesto, no precisa de pintura.
LAS MINAS
Se extraía en los Algezares (Barranco Los Sabellares, Barranco Las Palomas y Barranco Hondo, principalmente) en la ladera del monte de Las Atalayas junto a la carretera de Noguera a Tramacastilla.
También se hacia en las laderas de los montes próximos a La Huerta en La Garganta.
Extracción del mineral
La primera fase de este proceso consistía en arrancar el material yesífero (piedras de yeso) ayudándose de picos, palas, y legonas y transportarlo hasta el horno de cocción en sarrias (espuertas). Samuel Sáez introdujo el uso de dinamita para arrancar el mineral en los años 50. Se hacían barrenos en la roca mediante una barrena y una cuchareta y se introducían entre 1 y 7 cartuchos de TNT. Con este método se llegaba a sacar hasta 14 m3 de una sola explosión.
El Horno
Para construir el horno de bóveda, se aprovechaba un hueco excavado en la ladera y que se reforzaban con muros laterales. En su interior se levantaban dos "bancos" sobre los que descansaban las paraderas, unas losas inclinadas haciendo puente. El resto se rellenaba de zaborros salvo en la pared frontal donde se ponían unas losetas horizontales. También la parte superior, el caramuello (montículo superior que remata el hornete), se colmaba de piedras pequeñas de yeso para aprovechar el horno al máximo.
Había hornos de distintos tamaños y número de bocas (ver dibujos s XVI) pero los más normales en Noguera eran de 100 fanegas por cada producción (55,5 litros).
Cocción
El horno se calentaba con leña La leña necesaria tenía que producir mucho calor y la menor cantidad posible de ceniza, por lo que se preferían como combustible las matas de aliaga y estepas que se cortaban fundamentalmente de la zona del Pinarejo (que hasta los años 60 era solo un estepar sin pinos) y las laderas de la Peña Aralar, en los alrededores de la fuente de la Cera. Se transportaban fardos con mulos hasta los hornos.
La cocción del yeso hasta su dehidratación completa solía durar entre 12 y 18 horas. Además de introducir la leña continuamente para mantener el hogar encendido, había que ir sacando la ceniza producida para que no se atascasen las "boqueras". El fuego se iba reconduciendo echando un poco de tierra encima y, al final, se tapaba todo con tierra y se dejaba enfriar desde unas pocas horas hasta varios días.
Molturado del yeso
Por último, se deshacían los trozos de mineral gruesos a base de mazas. Luego se extendía la parva y se rollaba (o rulaba) sobre una superficie plana y dura (el rolladero) haciendo pasar por encima las ruedas del rulo tirado por caballerías. Una vez terminado el rulado se procedía a hacer un cribado con una criba para seleccionar el yeso desde granos muy finos (menores de 63 μm) hasta partículas de 4 mm.
El transporte normalmente corría a cargo del usuario o comprador. A tal efecto se introducía en sacos para acarrearlo en mulos usando serrieras (serones) o carretas tiradas por mulos hasta la introducción de los vehículos motorizados que se empezaron a usar comúnmente en Noguera en la década de 1950.
LOS COLORES
Había dos tonos de color de yeso: gris (abundante en el Barranco Los Sobellares) y rojizo (del Barranco de Las Palomas). Los terrones de yeso que salían más blancos se diluían con agua y se usaban para enlucir paredes interiores.
Para encalar las paredes también se usaba cal que se fabricaba localmente con un proceso similar de horneado partiendo de piedra caliza que se extraía del Barranco del Recuenco o se traía de Bronchales donde los fabricaban muchas familias.
El yeso más típico de Noguera era el de color gris que junto con el de Albarracín, de color asalmonado, eran muy apreciados en todo Aragón. En Albarracín, se han conservado o restaurado los yesos asalmonados en las fachadas que dan ese color típico a todo el pueblo. En Noguera solo quedan un par de casas con terminaciones en yeso gris o asalmonado.
USOS
Se empleaba en la elaboración de cielos rasos, vueltas de techos, enlucidos de paredes, suelos, tabiquería interior, chimeneas, y como argamasa de refuerzo en jambas, esquinas y, cada ciertas hiladas, en algunos lienzos de mampostería o adobas. Para usos como argamasa en cimentaciones se mezclaba con tierra.
También se hacía adobe mezclando yeso y paja. Con ello, se fabricaban ladrillos cuadrados usando unos moldes de madera que se utilizaban para hacer tabiquería.
COMERCIALIZACIÓN
Noguera tenía una importante producción que también se vendía a pueblos vecinos. Después de la Guerra Civil, El Villar, Guadalaviar y Griegos se convirtieron en los principales clientes del yeso de Noguera con el que reconstruían sus casas destruidas en la contienda.
El yeso se podía adquirir o bien triturado y cribado (rollau y gribau), o bien solo quemado, o incluso solo el mineral en bruto.
Como se puede adivinar los costos de producción eran muy altos por la cantidad de trabajo necesario para todo el proceso y transporte y el comercio solo se puedo sostener en tiempos de gran carestía y miseria donde la mano de obra no se consideraba como costo.
Los precios que se pagaba en el mercado (sin incluir portes) eran aproximadamente: 2 reales por fanega en los años 30; 1 peseta en los años 40; 5 pesetas en los años 50 y cuando ya se dejó de fabricar en el pueblo llegó a pagar hasta 10 pesetas por fanega. Eso, si se podía vender ya que en los años 60 se paró la construcción en las zonas rurales por la emigración masiva de los jóvenes a las ciudades. Tampoco el precio podía competir con las producciones industriales e incluso en los pueblos se traía de fuera.
AGRADECIMIENTOS
A Samuel Sáez, maestro albañil jubilado de Noguera que nos contó los detalles de la producción de yeso que él hacía como parte de su oficio hasta 1962. Luego empezó a comprarlo de Teruel que era más barato.
A Gonzalo Alamán, maestro tornero y empresario, que nos aportó una gran cantidad de información al respecto.
El yeso cocido |
Mina de yeso en el Barranco de Los Sebellares |
Hornos y herramientas de fabricación de yeso (manuscrito s XVI, Museo Albarracín |
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Horno de yeso de Noguera |
Samuel Saez sujetando un rulo abandonado en el Barranco Las Palomas. Normalmente era movido con un mulo en el rolladero |

Estas casas de Albarracín tiene los varios tonos de color de yeso procedentes de varias canteras o incluso de la misma que arroja distintas tonalidades en cada extración |
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Casas de Noguera restauradas con yeso asalmonado |
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