
Continuación de la Puerta Falta, parte I
La aparición de Lucía, que así es como se llamaba la joven mujer, fue muy comentada en el pueblo, nadie se atrevía a ir a su casa para preguntar quien era y de donde venía, pero todos tenían ganas de hacerlo.
Un día se encontró en la Fuente de la Puerta Falsa con Elena. Elena era una joven recién casada y más o menos de la misma edad de Lucía, enseguida se pusieron a charlar y Lucía la invitó a ir a su casa para conocer a su hija. Cuando Elena entró en casa de Lucía, la encontró reluciente y con las mismas cosas que había cuando vivían Ambrosio y Celestina. Lucía le presentó a su hija, Victoria, una niña de unos tres años, simpática y vivaracha. Hablaron de cosas intrascendentes y por fin, Elena, se atrevió a hacerle las preguntas que todo el pueblo hubiera querido hacer
-¿Eres hija de Celestina?
- Sí contestó Lucía
- ¿Y de Ambrosio?
- No, dijo Lucía
-¿Cómo has llegado al pueblo?
-Eso no puedo contártelo todavía, tendrás que esperar a que te conozca.
Cuando Elena llego a su casa, le contó a su marido que había estado con Lucía y lo que ella le había dicho, luego se lo contó a su madre, a sus hermanas, a su suegra…… en fin a las dos horas, ya sabía todo el pueblo que Lucía era hija de Celestina pero no de Ambrosio y que tenía una hija que se llamaba Victoria. Pero seguían sin saber como había llegado al pueblo.
Elena iba todos los días a la Fuente de la Puerta Falsa, con la esperanza de encontrase con Lucía, pero no coincidía con ella. Era primavera y Lucía se levantaba al alba, cuando el día empezaba a clarear y se iba al huerto del Regajo, a cavar y sanear la tierra para poder sembrar. Luego volvía a casa para atender a su hija.
Elena, era una joven recién casada, su marido se llamada Nicolás y era un buen mozo, alto, moreno y de ojos grises, pero con un genio fuerte y a veces ligero. Algunas veces se enfadaba con Elena por alguna cosa que a ella le parecía una tontería, como que su madre guisaba mejor o que le zurcía mejor los calcetines, así que Elena a veces, dudaba si Nicolás la quería de verdad y sobre todo no sentía que él la valorara como a ella le gustaría.
Una de las veces que se acercó a la Fuente de la Puerta Falsa, se volvió a encontrar con Lucía, se saludaron y enseguida Lucía le preguntó por su mala cara:
-Es que mi marido se ha vuelto a enfadar conmigo porque no me han salido las patatas a la sartén como las de su madre, y me ha gritado.
-Pues ese no es motivo, a veces ocurre que los maridos piensan que sus esposas, deben ser igual que sus madres y además ser sus amantes, mi madre ya me contó algo de eso, -dijo Lucía-.
-A veces me gustaría desaparecer y salir a ver mundo, nunca he salido de aquí y no se como tratar a mi marido, nunca he conocido a otro hombre que no sea él, y no se si él tiene razón y yo soy tonta.
-No, no eres tonta Elena, pero sí estoy de acuerdo contigo que deberías salir y ver otros sitios.
-No puedo hacerlo, no tengo dinero, y además mi marido nunca me dejaría ir sola a ninguna parte.
-No te preocupes, seguro que algún día lo conseguirás, mi madre lo consiguió y aquí estoy yo con mi hija....
(continuará)
Leyenda narrada por Pilar Molada.
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