sábado, 8 de septiembre de 2007

La historia de una gatica de Noguera


Corría el 1928. La casa de Miguela Polo y Blas Martin en Noguera se inundaba de felicidad con el nacimiento el 22 de Julio de su primera hija a la que llamaron Amalia.



La niña creció sana y feliz jugando con sus juguetes y siempre acompañada por la gata gris que le había regalado su abuela Josefa.. “Gatica”, la llamaban, era uno de esos gatos zalameros y cariñosos que no se separaba de la familia hubiese o no ración de comida para ella.

Amalia y su gatica crecieron inseparables hasta que en 1937 la familia Martín tuvo que emigrar a pie hasta Valencia huyendo de la guerra. La separación de la “gatica” y su “familia” fue muy triste para todos pero no había más remedio. La Gatica al verse abandonada se refugió en la casa de la tía Vicenta “la Gorra” mujer muy afectuosa con los animales que la daba comida y abrigo en su casa.

Al principio visitaba cada día la casa de su antigua familia para ver si habían vuelto. Pero ante la larga ausencia las visitas se fueron distanciando y casi cesaron al ser la casa habitada por soldados que, posiblemente, no se comieron a la Gatica porque no la pillaron.

Pasaron 2 largos años de exilio mal viviendo y trabajando en pueblos de Castellón y Valencia hasta que terminó la guerra en 1939. La familia de Amalia decidió tomar un tren hasta Santa Eulalia y caminar durante 3 penosos días hasta Noguera.

El reencuentro con su hogar en Noguera fue muy amarga. La casa estaba destrozada sin muebles ni ventanas porque habían sido quemados por los soldados para calentarse. Las pareces sucias, la cuadra vacía, las puertas rotas, la vajilla desaparecida…. La alegría del reencuentro con su pueblo, la familia y los vecinos fue empañada por tanta desolación.

Entre llantos y lamentaciones, no oyeron un ruido en el arbollón de la puerta de la calle medio rota y, de repente, apareció la Gatica ronroneando y rozándose con sus piernas de una a otra con una alegría sin freno. A Amalia se le olvidó la tristeza de ver su casa destrozada y abrazó a la Gatica con lágrimas en los ojos. Gatica la miraba incrédula con un gesto en sus ojos de “cuanto te he echado de menos”.

Cuando la emoción aún estaba en los corazones de toda la familia, de repente, la Gatica salió corriendo por su arbollón dejando a todos sorprendidos. Transcurridos unos minutos la gatica aparecio de nuevo portando un gatito en su boca. Con la alegría nadie había reparado que Gatica tenía ubres de mamá. La dejó junto a la familia y repitió el viaje hasta que trajo sus 3 gatitos a su verdadera casa en la que permaneció el resto de su vida.




Tristemente, para muchos animales y personas de este pueblo, el reencuentro tras la Guerra Civil nunca se produjo.
Agradecimiento
Esta historia ha sido rescatada del recuerdo por Amalia Martín y todos los hechos y personas que se relatan son verdad.

1 comentario:

  1. jo tambien tengo un gato asi i se murio se como se siente

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