martes, 16 de octubre de 2007

Cien años dandonos de comer


La Noguera más grande del pueblo, que pertenece a la familia Saez Valero, lleva cien años produciendo entre 200 y 300 kilos de nueces anualmente.

El Domingo pasado, mi tía Carmen, después de recoger algunas nueces para que le hiciese esta foto me dijo: "Esto es muy duro. Lo mejor será que corte el árbol y lo venda como madera" A lo que yo respondí: "No lo dirás en serio. Es la Noguera más vieja y grande del pueblo y el árbol que yo más quiero..."

Luego me enseñó todo el proceso que llevan antes de llegar a la mesa y en cierto modo entendí su cansancio.

Para el Pilar los frutos ya maduros de las Nogueras (tienen varias) empiezan a caer al suelo. Es el momento de la recolección. De buena mañana, Carmen se pasa entre 2 y 3 horas diarias durante casi un mes recogiendo las nueces, la mayoría todavía con su vaina. Tras un algunos días expuestas al sol en un secaderos, llega el árduo trabajo de despojar las nueces una por una de su verde recubrimiento tarea que realizan juntos Carmen y Samuel y los fines de semana su hija también. En este estado ya están listas para consumir pero tienen un sabor amargo que le desaparece tras 2 o 3 meses de almacenamiento. Una vez secas, se pueden consumir hasta transcurridos 2 años o más dependiendo del estado en que se conserven. Hay que guardarlas en lugares oscuros, secos y frescos, como las cambras de Noguera. Luego hay que venderlas y no siempre es posible o rentable.



Si de verdad no puedes con el trabajo y quieres cortarlas y venderlas, dame una oportunidad a mi también. Aunque solo sea por preservar su valor simbólico para el pueblo, por los frutos generados durante 100 años, por su belleza y por la bondad para el paladar y la buenas propiedades para la salud de sus frutos (ver el siguiente artículo)

Te las cuidaré con el respeto y el cariño que me inspiran los ancianos que han tenido que luchar mucho por sacarnos adelante y podernos ofrecernos un mundo mejor. A cambio de muy poco.

Me gustaría preservar su vida aunque solo sea por disfrutar de su sombra, por escuchar el murmullo de sus hojas acariciadas por el viento, por hacerle fotos a su su magestuosa estampa y, en fín, por escribirle cuentos y leyendas, como hago desde esta página a los mayores de este pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario