Erase una vez un brote de pino que fue a nacer a la sombra de un pastor que cuidaba sus ovejas.
El árbol miró con curiosidad al pastor y vió que estaba apoyado en un garrote. De repente pensó que ese trozo de madera sería su padre y sintió que servir de apoyo al pastor era un noble oficio. Así que, decidido a ser útil y se dispuso a crecer muy derecho y fuerte como un garrote. Pero de repente, el garrote se partió y el pastor, tras dar un traspie, abrió sus piernas, recuperó el equilibrio y echó a andar tras su rebaño.
El retoño enseguida comprendió que era mucho mejor tener dos apoyos para mantener el equilibrio y además poder andar.... pero con el tiempo tuvo que conformarse con cumplir solo su primer deseo.
El árbol que creció sano y fuerte apoyado en sus dos piernas, hoy vive en La Garganta orgulloso de ser diferente de todos sus compañeros aunque triste por no haber podido caminar detrás de las ovejas.
El pastor, admirado por su forma, lo visita de vez en cuando para enseñarselo a sus amigos.
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